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“Si tenemos derecho a un buen médico, ¿Por qué no también a un buen juez?”

  • Foto del escritor: La Pampa
    La Pampa
  • 5 oct
  • 4 Min. de lectura

El presidente del Superior Tribunal de Justicia de La Pampa participó del XXVIII Encuentro de la Jurisdicción Ordinaria en Villavicencio, junto a magistrados de toda Latinoamérica.

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El presidente del Superior Tribunal de Justicia de La Pampa, Eduardo Fernández Mendía, fue uno de los disertantes destacados del XXVIII Encuentro de la Jurisdicción Ordinaria, que se desarrolló en Villavicencio, Colombia, bajo el lema “Justicia somos todos”. La actividad fue organizada por la Corte Suprema de Justicia de Colombia y el Consejo Superior de la Judicatura, a través de la Escuela Judicial Rodrigo Lara Bonilla, y reunió a más de un millar de jueces, magistrados, académicos y abogados de toda Iberoamérica.


Fernández Mendía fue especialmente invitado para participar del panel “Nuevas visiones del derecho moderado”, donde compartió exposición con el presidente de la Corte colombiana, Octavio Augusto Tejeiro Duque. La apertura oficial del encuentro contó con la presencia del presidente de Colombia, Gustavo Petro, lo que le otorgó un marco institucional de relevancia internacional al evento.


Durante su intervención, el magistrado pampeano abordó el debate sobre la objeción de conciencia dentro del Poder Judicial, planteando una mirada innovadora que pone el foco en el derecho de los ciudadanos más que en el de los jueces.

“El derecho a la objeción de conciencia no debería ser un derecho pensado en el juez o jueza, sino en el litigante. Si decimos que tenemos derecho a que nos trate un buen médico o un buen psicólogo, ¿por qué no tener derecho a tener un mejor juez?”, expresó.

Fernández Mendía subrayó que los magistrados deben mantener una “transparencia de conciencia” al momento de resolver los conflictos, ya que la imparcialidad judicial no sólo se mide por la aplicación de la ley, sino también por la integridad con la que se asumen las decisiones.

“Los jueces tenemos que mirarnos al espejo, porque somos imparciales cuando resolvemos conflictos de terceros; pero podemos caer en trampas o posverdades cuando se trata de nuestra propia conciencia. Si un juez o jueza plantea seriamente que su conciencia se violenta al tratar determinada cuestión, debe haber una respuesta seria a ello”, afirmó.

El ministro destacó además que la ética judicial debe ser entendida como una búsqueda de excelencia y no como una simple cuestión de eficiencia:

“Cuando juramos administrar justicia, prometemos hacerlo bien y legalmente. Yo diría, primero bien, y no el bien vinculado a la eficacia, sino al apetito hacia la excelencia. Porque puede haber embusteros que redacten sentencias brillantes, pero eso no es actuar bien judicialmente”.

También señaló que el verdadero cambio dentro del Poder Judicial se alcanzará “cuando los jueces sean creíbles, incluso en el error”, y reafirmó su “derecho a la esperanza” de que la magistratura se vuelva cada vez más transparente y cercana a la sociedad.

“El derecho a un juez imparcial está por encima de algunos derechos que dicen que no puede haber objeción de conciencia. Los derechos humanos deben ser cada vez más progresivos y reales”, sostuvo.

Finalmente, Fernández Mendía instó a la reflexión sobre la responsabilidad ética de los magistrados:

“Seamos sensatos cuando resolvamos un acto de conciencia, como si fuera el último acto digno de nuestra vida. No planteemos disimuladamente cuestiones de conciencia para evadirnos de resoluciones porque eso es cobardía”.


“Mientras haya inequidad, habrá violencia”

Durante el encuentro también disertó el sacerdote jesuita, filósofo y teólogo Carlos Justino Novoa Matallana, quien abordó la relación entre inequidad y violencia en América Latina.

“Todos llamamos a construir equidad, participación e inclusión, pero ese propósito choca con la violencia del narcotráfico y la guerrilla. La violencia no cae del cielo, tiene causas concretas. No es un grupo de malos que quiere dañar a los colombianos de bien: todos tenemos responsabilidades”, sostuvo.

El religioso advirtió que el narcotráfico prospera por la falta de oportunidades y por una economía que no protege al campesino:

“A nuestros campesinos no les es posible sacar la yuca a las carreteras, pero sí les compran la coca a buen precio. Y quien surte de mano de obra a ese negocio es el desempleo”, explicó.

Además, alertó sobre la profunda concentración económica del país:

“Colombia es el tercer país más iniquitativo del mundo. Más del 50% de la gente cobra menos que un salario mínimo, sin estabilidad laboral ni seguridad social. Esa desigualdad es una bomba atómica”.

Novoa Matallana concluyó que la violencia estructural solo se resolverá con reformas profundas que prioricen el trabajo, la justicia social y la equidad.

“Mientras no haya una economía al servicio del campesino y se genere empleo, habrá violencia. Lo dijo el Papa Francisco: inviertan millones en inteligencia o seguridad, pero mientras haya iniquidad y exclusiones, siempre habrá violencia”.

El encuentro de Villavicencio dejó así una profunda reflexión sobre la ética judicial, la justicia social y el compromiso humano en la administración del derecho, temas que atraviesan las realidades de toda Iberoamérica y que colocaron nuevamente a La Pampa en el centro del debate jurídico internacional.

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