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Homenaje en el Día del Inmigrante: Ana María Resler, un siglo de historia y raíces alemanas en La Pampa

  • Foto del escritor: La Pampa
    La Pampa
  • hace 11 horas
  • 3 Min. de lectura

El pasado 4 de septiembre, en el marco del Día del Inmigrante, la Asociación de Descendientes de Alemanes en La Pampa volvió a rendir homenaje a quienes, con trabajo, esfuerzo y valores inquebrantables, dejaron una huella profunda en la vida comunitaria de distintos pueblos de la provincia.

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Este año, la distinción recayó en Ana María Resler, una mujer nacida en Winifreda y actual vecina de Embajador Martini, cuya vida de 97 años es testimonio vivo del legado de la inmigración alemana en suelo pampeano.



Una infancia marcada por el trabajo y la tradición

Ana María nació el 24 de enero de 1928 en un campo de Winifreda, hija de los inmigrantes alemanes Felipe Resler y Otilia Rainhart, quienes llegaron en barco junto a abuelos y hermanos. Fue una de diez hermanos y, a casi un siglo de aquella época, es la única que queda para contar cómo era la vida en aquellos tiempos de campo abierto y sacrificio diario.


En su relato emergen imágenes de hombres arando y sembrando, ayudando a los vecinos en las tareas rurales, mientras las mujeres se dedicaban a criar a los niños y mantener el hogar vivo. Allí, Ana María aprendió a cocinar recetas típicas de su gente que hasta hoy transmiten identidad y pertenencia: kaseknudel, wickel nudel y riwwel kuchen, sabores que evocan historias alrededor de la mesa familiar.



Casas de adobe, fiestas y recuerdos imborrables

La memoria de Resler guarda con detalle cómo se construían las casas de adobe con tierra y bosta, pisadas por caballos o incluso por los pies de los niños, y cómo los techos de paja de trigo se renovaban cada cinco o seis años. Su hijo, Chiquito Hecker, recuerda entre risas: “¡Pisábamos el barro con los pies!”.


Entre los recuerdos más entrañables, aparecen las celebraciones religiosas y sociales: su Primera Comunión en la primera capilla de Colonia San José, casamientos que duraban varios días, reuniones familiares y los bailes rurales, donde la música, las risas y la fraternidad permanecían flotando en el aire aun cuando la fiesta ya había terminado.



Una vida de amor, trabajo y descendencia

A los 20 años, Ana María se casó con Francisco Hecker, vecino de campos cercanos. Juntos se establecieron en Embajador Martini, donde trabajaron la tierra y levantaron un hogar con esfuerzo y paciencia. Formaron una familia con cuatro hijos —Aníbal Omar, Celina Florentina, Irineo Silvio y Ángel Osvaldo— que se multiplicó en 12 nietos y 23 bisnietos, consolidando un legado familiar que sigue creciendo.


Hoy, con 97 años, Ana María no solo conserva recuerdos: custodia una herencia cultural y espiritual que inspira a sus descendientes y a toda la comunidad. Su vida refleja el sacrificio, la fe y el amor de quienes llegaron desde lejos para echar raíces en La Pampa.



El valor de rescatar la memoria

Desde la Asociación de Descendientes de Alemanes en La Pampa destacaron la importancia de este reconocimiento como un acto de gratitud e identidad. “Cada adobe pisado, cada mesa compartida, cada canción entonada en los bailes rurales y cada palabra heredada del alemán son huellas que tejieron el presente”, señalaron.


El homenaje a Ana María Resler es, en definitiva, un reconocimiento a toda una generación de inmigrantes y descendientes que ayudaron a forjar la provincia. Su historia no solo habla del pasado, sino también de la fuerza que sostiene al presente y de las raíces que iluminan el futuro.


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