Agricultura: Cosecha de trigo 2019-2020: a la espera de precipitaciones
- La Pampa

- 6 ago 2019
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Si bien hemos atravesado un otoño por de más lluvioso, que llegó incluso a complicar la transitabilidad de algunos potreros en algunas zonas de la provincia de La Pampa, hoy la situación ha girado 180 grados. En efecto, el exceso hídrico actualmente se limita a algún terreno topográficamente bajo; el resto de los suelos, con una capacidad de almacenaje de agua en promedio de entre 100 a 140 milímetros por metro de profundidad, empieza a secarse. Con los días alargándose y el aumento de la demanda de agua por parte de los cultivos genera que el empresario agrícola empiece a preocuparse por la demora en las precipitaciones.

Sabido es que la primavera es definitoria en cuanto a la suerte del trigo se refiere. En general, los años con lluvias primaverales tempranas son zafras con buenas producciones. Sin embargo, no es lo mismo que las precipitaciones acontezcan la primera quincena de septiembre, que si las mismas hacen su aparición sobre el fin de este mes. Si bien la diferencia de tiempo parece escasa, hace una gran diferencia en cuanto a la respuesta del cultivo. Dicho esto, si bien agosto se presenta seco y la necesidad de lluvia se hace sentir, en la práctica para los cereales de invierno, hoy en día representa más un problema de no poder fertilizar de manera adecuada los cultivos debido a la falta de humedad para la incorporación de los nutrientes, más que ser un problema de estrés hídrico propiamente dicho que esté afectando el desarrollo del cultivo.
Si bien sería toda una bendición algún registro pluviométrico durante agosto, hoy en día la gran mayoría de la superficie pampeana plantada con cereales de invierno puede atravesar el mes sin lluvias. Sin embargo, cuando las lluvias se empiezan a demorar, es común recibir la consulta de algún productor preocupado, deseando conocer cuánto tiempo es capaz el cultivo de “aguardar la lluvia” sin afectar sensiblemente su rendimiento. Para responder esta pregunta vamos a analizar brevemente los aspectos del desarrollo del trigo que más importancia relativa tienen en la generación del rendimiento.
Numerosas evidencias científicas concuerdan que de los dos componentes del rinde, granos por metro cuadrado y peso de los mil granos, el que más peso relativo tiene es el primero mencionado. Esto se debe a que si bien el peso de los granos varía, el mismo se define en un período muy corto de tiempo, que va desde la floración hasta la madurez fisiológica (momento en el cual el trigo deja de acumular materia seca y solo pierde humedad, este coincide aproximadamente con un 37% de humedad en grano). Además, en caso de algún estrés en este período, el cultivo es capaz de completar el llenado de grano con fotos asimilado generados en etapas anteriores, y que mayormente se alojan en el tallo. Se ha estimado que hasta el 30% del peso de los granos puede ser aportado por removilización de fotosintatos, con lo cual luego del cuaje, es poco probable que un estrés pueda afectar de manera importante el peso de los granos, y consecuentemente el rendimiento, a excepción de un golpe de calor que podría producir el fenómeno del “grano chuzo” o arrugado donde sí pierde calidad panadera y rendimiento.

De lo expuesto anteriormente se deduce, que debemos dirigir los esfuerzos en lograr la mayor cantidad de granos por metro cuadrado, si queremos obtener altos rendimientos. Este componente del rinde queda definido en una ventana de tiempo mucho más amplia que la anterior variable analizada. Podemos decir que prácticamente empieza con la siembra, pues, en ese momento según la densidad de siembra utilizada, será en número de plantas por hectárea que luego del macollaje no dejará definido el número potencial de espigas por metro cuadrado, por ello a medida que atrasamos la fecha de siembra debemos aumentar los kilogramos de semilla por hectárea utilizados, pues contamos con menos tiempo para el macollaje. Vale aclarar, que no todos los macollos llegan a desarrollar una espiga, en general varios de ellos mueren, y los asimilados que ellos poseen son removilizados por la planta. A su vez, la espiga del trigo que todos conocemos está formada por varias espiguillas, las cuales a su vez tienen varias flores, de la cantidad de flores diferenciadas y de cuantas sobrevivan y cuajen, dependerá el número de granos por metro cuadrado. El período de tiempo más importante para este proceso es “20 días antes y 10 días después de la floración”, si convenimos que la fecha media de floración de los trigos en La Pampa es el 15 de octubre, veremos que podemos esperar las precipitaciones hasta mediados de septiembre, sin preocuparnos porque algo grave le pueda pasar al rendimiento de nuestro cultivo, esto obviamente, si logramos oportunamente un buen stand de plantas y un aceptable desarrollo de la sementera.
Para ir finalizando, es importante mencionar cómo afectan el desarrollo del trigo las variables ambientales de radiación y temperatura, la primera lo favorece, es decir, a mayor radiación mayor tasa de crecimiento del cultivo, mientras que la temperatura lo afecta negativamente acelerando el desarrollo del cultivo (a mayor temperatura menos duración de las etapas de desarrollo). Es decir, que la mejor combinación para el trigo sería una primavera soleada y “fresca”, con lluvias a fines de agosto o primera quincena de septiembre.
En resumen, los cereales de invierno se han sembrado con muy buenas condiciones de humedad. Paralelamente se han registrado la suficiente cantidad de heladas necesarias para retardar el desarrollo de las sementeras, favoreciendo el enraizado de los vegetales. Solo hace falta que inicien las lluvias para poder corregir la nutrición y evitar una merma en el rendimiento de los cultivos pampeanos. El Diario
Mariano Fava -
Ingeniero agrónomo (MP: 607 CIALP) -
Posgrado en Agronegocios y Alimentos -
@MARIANOFAVALP -
































